Es de noche en una de las naves del Español en Matadero. El sonido de los grillos puede más que los últimos susurros que zumban minutos antes de la representación. El público no ve nada de antemano, ya que en la Sala Fernando Arrabal, se ha echado el telón, un telón que iremos viendo varias veces cerrarse durante hora y media, para incluir un sentido cinematográfico y unos cambios de escena llamativos.
True west comienza a dos bandas; en un lado, un joven con ropa y pelo impolutos escribe sentado en una mesa y en el otro, un desarrapado le mira, casi sin tenerse en pie y comienza a hablar. “Así que mamá se ha ido a Alaska”. Perfecta frase introductoria del drama fraternal que va a acontecer en esta versión de Eduardo Mendoza, a partir del texto original de Sam Shepard.
Tristán Ulloa y Kike Guaza son el plato fuerte de la propuesta. Pueden ser enemigos inmediatos o hermanos tradicionales. Saben saltar entre estas dos pautas y conocen los límites de sus personajes tanto que los traspasan para hacernos disfrutar.
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