Si es que es muy fácil. Buscas una obra divertida y brillante, con numerazos de esos que hacen historia. Pones en el foso a Óliver Díaz para que dirija a la ORCAM y haga que suenen como nunca de variados y chispeantes. Al mando de la dirección escénica colocas a Emilio Sagi, un maestro que se las sabe todas. Creas una escenografía que incluso el público aplaude porque es asombrosa. Y como remate, después de vestirla e iluminarla de fábula, consigues un reparto de ensueño, con Rossy de Palma como cabeza de cartel, con José Luis Sola con su increíble voz, con Sonia de Munck, para que te enamores de ella, con Manel Esteve para que sólo quieras amigos como Bilou en tu vida y lo rematas con un coro, un cuerpo de baile y unos actores con papeles menores todos magistrales lo menos que te puede pasar es que la líes. Y si encima llamas a Ana Goya para que despliegue toda su sabiduría, entonces el éxito no sólo está asegurado sino que es hasta inevitable.
Diversión, goce, disfrute, color, brillo, luz, optimismo y unas melodías de una belleza sobrenatural.
Desde luego un arranque de temporada de diez.
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