Esta obra es para rojos. Sí, así de claro. Es como una película de Garci. El franquismo aplastó muchas cosas y una de ellas fue la capacidad de seguir soñando con un mundo de igualdad. Por eso esta obra es para rojos, para todas esas personas que soñaron y lucharon con y por un mundo mejor. Unos, perdieron la esperanza de conseguirlo y otros, se negaron a dejarlo escapar, incluso negando la realidad. Priscila y Natalia son 2 de estas soñadoras idealistas que se niegan a que el mundo cambie a peor y siguen luchando, le pese a quien le pese, por mantener vivos esos ideales por los que luchaban en su juventud y que el tiempo y el egoismo de muchos han conseguido hacer desaparecer del mundo en el que vivimos actualmente.
Priscila y Natalia viven en un teatro en ruinas. En el teatro en el que dejaron su alma en su juventud poniendo en pie obras de teatro llenas de ideales comunistas intentando mover los espiritus de un público que todavía soñaba con el cambio. Pero ahora ellas también están en ruinas, cansadas de luchar contra el sistema y la indiferencia, de intentar mantener viva la llama. Magdalena Broto interpreta a Priscila, que lucha contra sí misma, sin saber si rendirse a la evidencia o seguir luchando. Marta de Frutos es Natalia, la eterna optimista, incapaz de aceptar la derrota y por eso mismo siempre dispuesta a luchar.
Estas dos actrices están sublimes, entregandose a sus personajes, a dos mujeres frágiles y duras como rocas. Consiguen que el texto sea fresco y fluido, con un ritmo frenético muchas veces y navegando entre la comedia y el drama sin exageraciones ni tópicos, dándoles a los personajes riqueza y profundidad emocional. Convierten los personajes en 2 mujeres reales y cercanas.
Muchas felicidades a las actrices por su trabajo