Le he dado mil vueltas a la opinión de el club y siguen rumiando cosas en mi cabeza, pero os intentaré explicar las cosas sin spoilers y como las he sentido.
El club con dramaturgia de Santiago Pajares y dirección de Xabier Olza, es una obra que te hace estremecerte y te da escalofríos.
La premisa es la de un club exclusivo para heterosexuales y en la que hay una serie de normas tales como: no puede entrar nadie del colectivo Lgtbi y ninguna mujer.
Imaginaros cuando te dicen las reglas y te encuentras ante un personaje como Ricardo (con la cabeza cuadrada y con unos ideales que meten miedo) y te hayas frente a dos personajes como Alberto y otro socio que no tienen prejuicios, que dicen lo que piensan y están metidos en la boca del lobo.
La premisa y algunas de las frases que se dicen en voz alta duelen y no sabes por donde saldrá la historia, pero conforme va avanzando la trama te das cuenta de que la obra es un golpe encima de la mesa y es una crítica aferrima para todas aquellas personas que, en su cabeza, no tienen espacio para que puedas enamorarte de cualquiera otra persona, sea del género que sea.
El teatro siempre es un altavoz mordaz para muchas situaciones que tristemente se siguen dando en nuestros días y con más intensidad que antes.
El Club es uno de los muchos nidos de abejas que existen en todo el mundo y son sitios en donde se cierran tratos y se arregla el mundo, pero en vez de hacerlo de una forma coherente, se siguen a gallos en un corral.
Muchas de las personas que se acerquen a ver El Club, tristemente, se sentirán identificados y se abrirán en ellos heridas antiguas con muchas de las palabras y de las frases que se dicen en la obra y, aunque la premisa puede parecer otra muy diferente, al final es muy valiente.
Destacar las interpretaciones de los cuatro actores, aunque cada uno es muy distinto hacen que la obra sea una gozada.