Iba al teatro con la idea de encontrar una nueva vuelta de tuerca a una comedia clásica como El Desdén con el desdén, lo que no sabía es que la vuelta no era tal, si no un rizar el rizo sobre el texto de Agustín Moreto.
Según se abre el telón, descubrimos que esta función salta a escena juguetona y con ganas de “hacer el ganso” en el mejor de los sentidos. Iñaki Rikarte se sacude de encima cualquier tipo de concepto preestablecido y construye un espectáculo chispeante, de ritmo frenético y con un regusto “Yeyé” que le sienta divinamente. ¡La efervescencia visual es de diez!
La complejidad de los parlamentos podrían “hacérsenos bola”, e incluso, despistar al espectador con su rebuscada elocuencia, pero de la manera que está tratado desde la dirección, apoyándose en la adaptación de Carolina África, y jugado por el elenco, brillantísimo del primero al último, resulta fluido, explosivo y divertido a niveles de carcajada. La capacidad cómica de esta 5ª promoción de La Joven Compañía de la CNTC ha sido un descubrimiento muy gustoso, siempre a favor de función. Con permiso del estupendo equipo, es de justicia destacar el extenuante y certero trabajo de Irene Serrano, Nicolás Illoro y Mariano Estudillo.
La escenografía de Mónica Boromello, la selección musical -¡Quién me iba a decir que algún día soltaría una carcajada escuchando los primeros acordes de The End de The Doors!- el espacio sonoro de Luis Miguel Cobo, las luces de Felipe Ramos y el maravillosísimo vestuario de Ikerne Giménez, dan forma, sentido y cuerpo a este juguete cómico con cierta retranca, resulta un “Peta-Zeta” teatral.