A veces la vida, o en este caso la muerte, te arrincona de tal manera que te ves obligado a cuestionar todos tus principios. No hay nada como un bofetón de realidad para reconfigurar nuestros valores y autoconvencernos de esa nueva situación que nos toca vivir y del peaje que debemos pagar si queremos seguir respirando un día más.
De eso nos habla este dilema del corcho, que nos pone en la tesitura de hundirnos siendo fieles a nosotros mismos o mantenernos a flote, incluso yendo en contra de nuestros valores más arraigados. Por un lado, Ramón Barea en la piel del profesor de izquierdas, enfermo de cáncer y con la única opción para sobrevivir de abrazar la ayuda del capitalismo. Por el otro, Patxo Telleria, encarnando a uno de sus antiguos alumnos, haciendo que el viejo profesor replantee su decisión.
Me encantaría hacer una recomendación de esta obra desgranando poco a poco todo lo que me ha encantado al verla, pero vaya, eso le quitaría toda la gracia al nuevo espectador que quiera disfrutarla, pues es precisamente la sorpresa, la incógnita y el ¿qué va a pasar ahora? lo que nos atrapa y mantiene pegados a la butaca durante toda la representación.
Tanto Ramón Barea como Patxo Telleria están soberbios en el escenario, dando una clase magistral de cómo pasar en segundos de la comedia al drama, pasando por el suspense.
Absolutamente recomendable.