Ya me gustaría a mí que los inconvenientes de mi vida se resumieran en tener que lidiar con una mujer tan cachonda, descarada y amorosa como el personaje que interpreta la gran Kiti Mánver en esta adaptación teatral de la película con el mismo nombre.
Me fascinó que, a pesar de que el título de la obra y el cartel ya te destripan gran parte del argumento, el autor termina por sorprenderte. Gran parte del mérito es del personaje de Mánver quien, aunque arranca un poco «previsible», se va alejando del prototipo de personaje que te esperas encontrar según pasan los minutos. Vamos, que yo daba por hecho que encontraría a una de las ancianitas de «La que se avecina», pero Mánver se desentiende y logra crear algo nuevo, regalando un personaje que resulta ser un bombón.
Esta vez tuve por acompañante a mi madre. Ya entrada en sus 70, al igual que un alto porcentaje del patio de butacas, disfrutó bastante más que yo (ojo, yo también lo hice), lo cual no significa que la obra encaje perfectamente para un público más joven.
En resumen, una apuesta convincente y muy entretenida para una coqueta tarde de teatro, coronada con una cañita, al resguardo de una tasquita del corazón de Lavapiés.