NADA ES IMPOSIBLE es el último show de Antonio Díaz que nos lleva a un mundo paralelo donde todo es posible.
En una contrarreloj donde magia y ciencia van de la mano, nos presenta un espectáculo lleno de intencionalidad científica.
Tomando como hilo conductor teorías positivistas, como la del abejón que desafía las leyes de la aerodinámica para volar o el efecto Pigmalión, que muestra la vulnerabilidad del ser humano, culmina con un número de hipnosis desconcertante con el efecto mariposa.
Con más o menos intencionalidad, el talento de este chico parece no tener fin. El espacio se llena de magia. Anillos voladores, gente teletransportada, juegos de numerologia imposibles… todo para captar la atención de un público entregado que se abandona a manos de un genio.
De carácter próximo y con toques de humor, el espectáculo fluye rápido mientras el público se queda atónito cuando exhibe la zapatilla que pierde y la encuentra ante tus narices… ¡¡hasta 3 veces!!
De ritmo trepidante, su espectáculo es uno de los más taquilleros del mundo. Un ilusionista con un éxito vertiginoso que se ha colocado en el pedestal del Olimpo desde donde nos contempla a vista de pájaro, como reza la imagen de su cartel publicitario.
Un espectáculo redondo de no ser por un exceso de publicidad de marca personal que parece más pensada para impresionar a un público neoyorquino que para cautivar a los de aquí.
Con una puesta en escena descomunal y poco precisa que va ligando con audiovisuales de manera repentina que a veces considero innecesarios, el niño de Badia del Vallès vuela alto.
Es una responsabilidad enorme estar ahí arriba tan joven. Queda un largo camino, el listón está alto y está muy patente al inicio del show, que el público no rebaja sus expectativas.