El niño de la tele es uno de esos espectáculos que pueden llamar a engaño. Bajo la apariencia de un monólogo cómico interpretado por una antigua estrella infantil ya olvidada, se esconde un interesante retrato generacional que habla de aquellos a quienes nos dijeron que podríamos ser lo que quisiéramos.
Rubén Ramirez lo logró, él quería ser imitador y lo fue siendo solo un niño, pero cuando los focos se apagaron Rubén tuvo que aprender a vivir una vida normal en un mundo en crisis, una vida para la que nada lo había preparado.
Con un agudo sentido del humor, un ritmo excelente y la dosis justa de emotividad, El niño de la tele sorprende por su honestidad y mensaje. Una apuesta arriesgada estrenada en la Sala Flyhard de Barcelona que, de nuevo, ha vuelto a dar en la diana.