La semana pasada estuve de fiesta en el Teatro Infanta Isabel. Bueno… en realidad asistí al estreno de El que tropieza y no cae, el nuevo espectáculo de Impromadrid que hace del error y los tropiezos una auténtica fiesta o al menos así me sentí a la salida del teatro, ¡como si me hubiera ido de marcha! Bailé, aplaudí, me sorprendí y hasta lloré de risa (hacía tiempo que no me pasaba en la butaca de un teatro).
Pero sobre todo, hay algo que destacaría de este espectáculo (y cualquiera de Impromadrid) y por el que os animaría a disfrutarlo antes de que se marche: sus funciones son únicas e irrepetibles. La función de un jueves, será distinta a la del siguiente y las próximas semanas. ¡Vamos, que no me importaría volver a verla porque estoy segura de que vería una función radicalmente distinta! Aunque la esencia sea la misma: un grupo de artistas improvisadores con Ana Morgade a la cabeza (bueníiisima), un músico improvisador (Luis de Pablo) y Monigote (Víctor Monigote), un dibujante que hace magia con sus tizas y lápices en menos de lo que dura una canción. Geniales también Paloma Córdoba, Borja Cortés, Ignacio Soriano e Ignacio López B. fundadores del grupo Impromadrid hace ya un cuarto de siglo, ¡se dice pronto!
¿Y de qué trata El que tropieza y no cae? El hilo conductor son los errores humanos (que va sugiriendo el público), los tropiezos, cosas que te ocurren en la vida cotidiana y que te complican un poco la vida y que se convierten en escenas de humor improvisadas y dibujadas sobre el escenario, ¡de ahí que cada función resulte única e irrepetible! Además de la magia de la improvisación, el valor del espectáculo reside en su capacidad para convertirse en una especie de terapia en la que el público acaba riéndose de los errores propios y ajenos y haciendo del tropiezo, una excusa para divertirse. ¡Larga vida a la impro!