En 1953 «Escuadra Hacia la Muerte» de Alfonso Sastre se estrenó fugazmente en el Teatro María Guerrero, pero la censura la sacó de cartel a los pocos días, desde entonces pocas veces se ha vuelto a poner sobre las tablas de manera profesional, hasta hora que, el director y escenógrafo, Paco Azorín ha querido recuperarla para el teatro profesional.
¿A qué puede ser debido que se haya representado tan poco? Releyéndola, uno se da cuenta que es una función que ha envejecido mal, no por su temática que está absolutamente vigente, si no por sus formas, por esos diálogos, por esas relaciones que con el paso del tiempo se han quedado excesivamente acartonadas y que esta revisión tampoco ha sabido dar con la clave. El ribete de Berltolt Brecht y el intento de lavado de cara con la música en directo y la futurista -y plastificada- puesta en escena, dejan aún más al descubierto las carencias del propio texto, además de la sonrojante violencia escénica y un mal casting, que dan al traste con esta propuesta. Tan sólo se salva el buen hacer de Iván Hermes, la escenografía de Paco Azorín y la iluminaciónde Pedro Yagüe que resultan fantásticas, únicas notas positivas de un conjunto que deja frío al espectador.