Espinete no existe lleva 15 años sobre los escenarios y ayer fue la primera vez que me acercaba a este monólogo, aunque no era mi primera vez viendo a Eduardo Aldan. Los espectáculos de este actor, guionista y director son originales, únicos y muy divertidos. Eduardo Aldan va improvisando y se nota que tiene muchas tablas, años y funciones a sus espaldas , pero también se nota que disfruta haciendo al espectador viajar al pasado. Un paseo por aquellos maravillosos años 70 y 80 lleno de detalles que habías obviado, no te habías dado cuenta o simplemente habías hecho memoria selectiva. El viaje de ayer a través de mis recuerdos me pilló con un mal día y tenía miedo de que mi estado de ánimo repercutiese en la forma de mirar o ver la obra, pero fue entrar por la puerta del Cofidis Alcázar y resetear o cambiar el chip. No pude dejar de reírme y sentía que este pasado del que hablaba Eduardo me pertenecía y no le había hecho demasiado caso, era demasiado pequeña o los detalles se habían escapado frente a mí. Una hora y media llena de imágenes que se pasean frente al espectador y durante este tiempo sientes que sueñas y vuelves a dejar en libertad al niño o niña que hay en ti y es una sensación muy bonita, aunque también muy divertida, puesto que has crecido y ves todo desde otra perspectiva, lo puedes analizar y te puedes reír (desde la no lejanía) . Creo que cuando me sienta perdida volveré al teatro y veré Espinete no existe.
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