La Compañía La Nao d’Amores es toda una experta en coger las mejores piezas de la literatura prebarroca española para presentárnoslas con el más alto rigor y la mayor dulzura posible. Esta vez la compañía dirigida por Ana Zamora nos trae un texto renacentista, pero no un texto teatral, sino un discurso. Por lo tanto, ¡atención!, las personas que crean que van a ver una obra con su planteamiento, su nudo y su desenlace, con su acción, con su historia, etc. que vayan a ver otra cosa.
Ana Zamora hace una teatralización del discurso del filósofo humanista Andrés Laguna, que era un señor que le gustaban mucho las performances. Es verdad, para ser un texto del S. XVI Andrés Laguna lo escribió, no como un discurso al uso, sino como un verdadero monólogo en el que la propia Europa se dirige al respetable y les pide clemencia y comprensión. Incluso planteaba que la sala debía estar ambientada “con negras antorchas y otros aderezos propios de las ceremonias fúnebres”. Es decir, desde su escritura, este monólogo estaba a medio caballo entre los monólogos contemporáneos y un discurso normal. Ana Zamora parte de esa base y dirige al magnífico Juan Meseguer, el actor que encarna al humanista, para que represente tanto al locutor del discurso como a la propia Europa. Juan Meseguer logra mantener el ritmo y la atención del público en una obra que, a priori no es nada atractiva para el gran público. Traslada todo su talento a los personajes y los dota de vida y acción.
Nada de eso sería posible sin esa preciosa escenografía y ese vestuario, a cargo de Deborah Macías tan poco común que le dan una vistosidad y un color al texto necesarios para su puesta en pie. Es realmente un gusto ver una escenografía bien hecha y que aporta sentido y calidad a lo que sucede en escena. Además de un espacio visual precioso Ana Zamora añade música renacentista en directo con instrumentos auténticamente renacentistas. Eva Jornet e Isabel Zamora son las encargadas de poner el punto musical.
Aquí es donde Ana Zamora y, por ende, la Nao d’Amores demuestran el rigor y la inteligencia necesarias para poner en pie este tipo de obras y hacerlas llamativas, entretenidas y actualizadas. Con ese conocimiento histórico Ana Zamora, si quisiera/pudiera podría estar dirigiendo películas y series históricas con rigor y profesionalidad y ahí entonces todo el mundo podría disfrutar de su talento.
Ana Zamora, respetando íntegramente el texto de Andrés Laguna, lo trae a nuestra época donde todavía tiene eco. Vemos a una Europa en la miseria moral que se hunde después de tanta gloria. Una Europa peleada, al borde del abismo. ¿Decidme si eso no es actual?