Una Europa pelirroja, de larguísima melena ondulada, se presenta desnuda de espaldas al público. Se traslada muy lentamente de un extremo a otro del escenario, sobre una plataforma móvil a ras de suelo. Una densa neblina sostiene su cuerpo, sólo intervenido por unos potentes haces de luz a modo de rayos láser.
El coreógrafo Sharon Fridman y el director de escena Luis Luque se han aliado para crear un espectáculo de danza inspirado en el mito clásico de Europa.
En la recreación del rapto violento de la princesa fenicia por parte de Zeus participan los bailarines Anna Benedicte, Joan Ferré, Cristian González, Julia Kayser, Melania Olcina y Beatriz de Paz. Todos con el mismo vestuario -blanco- diseñado por Raúl Marina van dibujando cuadros con figuras imposibles, de una exigencia física y una belleza subyugante.
Estos cuerpos con estética queer encadenan movimientos lentos, nada agresivos en primera instancia, siempre en contacto unos con otros. Se suma una potentísima intervención de las futuristas luces diseñadas por Felipe Ramos sobre el funcional espacio escénico ideado por Monica Boromello. El blanco da paso al azul, al rojo y al verde. La escena unicolor se tensa con la violencia apuntalada por la magistral música compuesta por Luis Miguel Cobo.
Las sirenas anuncian el conflicto que estalla en una Europa teñida de sangre. Ucrania, en el centro del continente, se cuela en las mentes del público. Pero el estallido resuena desde más allá del Mediterráneo. La guerra y la sinrazón nos devuelven los gritos ahogados de quienes no tuvieron la fortuna de desembarcar en la Europa prometida.
Un espectáculo imprescindible que integra la belleza y la poética de la danza, la música y la luz para confrontar con la violencia de las guerras.
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