Arranca a modo de pregunta y mantiene esta interrogación a lo largo de todo el texto. Fairfly, obra de la compañía La Calòrica, plantea en clave de comedia la premisa de si acaso toda crisis es también una oportunidad. Y lo hace con acierto y a carcajada limpia.
La elección de una puesta en escena sencilla hace brillar unos diálogos ágiles y divertidos que se tornan más incisivos y mordaces a medida que la trama avanza. La autoexigencia y los clichés, en un contexto de precariedad laboral, se combinan también con espacios sonoros envolventes y con una coreografía verbal que muestra una complicidad exacta. Sin llegar a pisarse, la conversación es rápida y fluida, y su tono costumbrista está cargado de sarcasmo y denuncia.
Los arcos de personaje son orgánicos y esta cualidad los dota de un carácter poliédrico que facilita cierta identificación con sus protagonistas. Mientras, el tiempo transcurre e interroga. Y lo hace sobre los principios, los valores y las decisiones que se nos escapan cuando la inercia empresarial se vuelve arrolladora.