Hay propuestas teatrales que parten de un conflicto. Otras, de una tesis del autor. Pero hay un tercer grupo más experimental: las que parten de una pregunta. En Falsestuff, los creadores Nao Albet y Marcel Borràs se plantean (no sabemos hasta qué punto seriamente): ¿podrían existir las falsificaciones artísticas en el mundo de las artes escénicas? Este punto de partida, ramificado en reflexiones sobre la originalidad, les sirve, sobre todo, para jugar con los diferentes estilos teatrales, imitando, uno tras otro, sus formatos contemporáneos más característicos, con una trama de thriller cinematográfico de fondo.
Lo más interesante es que el espectáculo toma sin concesiones esta premisa, evitando en todo momento el tono paródico, para adentrarse en la verdad formal que les aporta al conjunto el estilo “falsificado” de cada fragmento. Es por eso que podemos decir que la apuesta es valiente y decidida pero, por su larga duración y una cierta irregularidad rítmica, también peca, en algunos momentos, de demasiado caprichosa.
Destacan algunos momentos especialmente brillantes (como el falso coloquio con el público) y Jango Edwards interpretando a un personaje memorable.
El montaje tiene muchos valores: riesgo, personalidad, una puesta en escena muy cuidada… Pero, a pesar de esto, su duración de más de tres horas resulta excesiva y dispersa, así, sus mejores momentos, quizás más concentrados, hubieran dado lugar a un pieza más redonda.