Ver un espectáculo de Voadora es adentrarse en una experiencia singular, vibrante y fresca, de estética potente y personalísima voz. Ya me pasó la temporada pasada con su versión ‘bandarra’ de El sueño de una noche de verano, y me vuelve a suceder con Garage. Si en aquella, su directora Marta Pazos ponía en cuestión los géneros a partir de la obra de Shakespeare (ese hit “Sacos de hormonas”…); en esta, indaga sobre el rol de las mujeres en la sociedad europea de las últimas décadas, a partir de conceptos que podría costar asociar: tías y coches, mujeres y metal. Y, por supuesto, como es Voadora y no va a recorrer el camino fácil, investiga con trabajadoras de la industria automovilística viguense convertidas aquí en actrices y bailarinas. Siete mujeres que son protagonistas empoderadas de sus experiencias personales y profesionales, presentadas con humor y vitalidad, y sin necesidad de recurrir a un tono quejicoso.
Sin embargo, Garage no es un espectáculo documental, aunque haya testimonios reales. No es narrativo, aunque cuenta con narradoras. Garage es una rave irónica, poética y femenina -y a ratos feminista- que reflexiona a ritmo de música electrónica y danza contemporánea sobre la seguridad y el riesgo, el rol de la mujer y sus techos de cristal, que repasa nuestro reciente pasado industrial y, lo que es más importante, lanza una mirada abierta hacia el futuro.