Un test para saber cuán tolerante eres a la mala leche que tiene la vida

Gruyère

Gruyère
14/10/2019

El teatro de Los Absurdos tiene un «no sé qué, qué sé yo» que cuando entras en él, hace que te quedes a vivir allí; quizá sea por la proximidad de los temas que toca, porque lo hace con una cercanía asequible a cualquier espectador o porque, sencillamente, no hay otra compañía que haga un teatro como el suyo.

Con Gruyère se atreven a dar una pincelada más oscura dentro de su comedia. Su crítica social y su humor con regusto naif continúan presentes, pero la gravedad del asunto que tratan, esta vez, se te queda anudado en el estómago, simple y llanamente porque nos devuelve el reflejo de nuestro presente. En esta ocasión vemos a dos personajes boqueando a la desesperada, intentando salir a la superficie, pero un maremagnum de situaciones disparatadas y rocambolescas, atadas como grilletes a sus tobillos, se lo impide. Tan solo tienen tres días para encontrar una solución para que el banco no les desahucie, dejándoles en la calle. A partir de ahí la mente de Alfonso Mendiguchía vuela con pasadas «berlanguianas», recuperando el universo de aquellos perdedores que sobreviven a pesar de esos agujeros que se abren a su paso, para construir este enorme queso lleno de cavidades por las que nos deslizaremos como toboganes de caída vertiginosa.

La compañía ha madurado, son casi 10 años de carrera, y el código y la poética rezuman solidez; y la compenetración entre Mendiguchía y Patricia Estremera es máxima, son una auténtica máquina de precisión sobre el escenario. Mucho tiene que ver la mano de César Maroto que pone orden en este juego de cosquillas en el que, de vez en cuando, se escapa algún que otro mordisco doloroso. Entre las dotes para el teatro físico de Maroto y la cualidad del autor por confeccionar un texto tan complejo en estructura como juguetón en su resultado, el Gruyère les queda bastante sabroso.

Además, hay que aplaudir esa escenografía de múltiples posibilidades, creada por Víctor Mones, que no deja de sorprender y resulta otro personaje más dentro de la función, al igual que la fantástica música salida de la siempre chispeante creatividad de David Bueno que aporta dinamismo al tono del espectáculo.

Este Gruyère es un auténtico test para saber cuán tolerante eres a la mala leche que tiene la vida.

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