No sé cuánto de cierto y de ficción hay en esta obra-concierto que presenciamos, pero sea como sea, me fascina estar siendo testigo de cómo una mujer de 78 años hace lo que siempre ha querido hacer, o al menos, lo que le da la gana en este preciso instante de 2025.
Es emocionante ver a alguien que todos conocemos, aunque a veces no sepamos bien de qué, desvelando este extraordinario talento musical, esta voz que bien podría ser la de alguien que lleva toda la vida cantando en grandes auditorios llenos. Mamen García seguramente no se dedicó a la música en parte porque eran los tiempos que eran, y por otras muchas razones. Pero no puedo estar más feliz de verla cumplir un sueño, pegar un taconazo en el escenario, sacar un vozarrón inesperado con canciones originales, contarnos su vida mientras tanto, y recordarme -no tengo ni idea por qué- en algunos giritos melódicos a alguien como Sabina.
Con su hijo al piano, con el teatro menos lleno de lo que debería, ella brilla con poco más que un buen vestido y un micrófono.
Deberíais ir todos a verla. Es sorprendente y es emocionante llegar a ese momento vital con esta actitud, con esta forma, con este talento, con estas ganas.