Esta obra ha regresado a Madrid por un motivo: es un éxito arrollador. Jesucristo ha resucitado en la Gran Vía y con él un equipo que derrocha talento artístico. Impone en el escenario la presencia del actor Ted Neeley (Jesucristo), que ha interpretado a Jesús en la mítica película, Jesucristo Superstar (1973). Con 75 años representa a Cristo (33) y deslumbra con sus gestos, su mirada y hasta con una voz que gira de la suavidad a semejantes chillidos afinados. Este hombre es un Dios del heavy metal.
Lo primero, claro, es la historia. Un relato bíblico. Podemos creer en él o no, pero lo conocemos. Y además, se trata de un musical que revoluciona con el baile desde el primer minuto. Una banda en vivo que impacta por lo salvaje y lo dulce que suena al saltar de una escena a la otra. Y ni hablemos de la voz poderosa y con carácter de Francesco Mastroianni (Caifás) -recuerden a este personaje-. El timbre, el tono y la intensidad juegan un papel trascendental en la interpretación del sumo sacerdote que condenó a muerte a Jesús.
Una ópera rock que compite con los mejores musicales de Broadway. Una mezcla perfecta que deja al espectador boquiabierto por el despliegue de los bailarines, la iluminación y una escenografía que es recorrida íntegramente por el reparto. El público no puede evitar aplaudir entre acto y acto. Es que la potencia actoral de Giorgio Adamo (Judas), por ejemplo, no decae ni un minuto y hace vibrar al teatro por completo.
Este musical no es para pensarlo dos veces. Se trata de viajar en la historia. Y por si fuera poco, el espectáculo conecta con el presente. Mejor no digo más. Quedan pocas semanas para que puedan descubrir el secreto de este éxito.