Un súper clásico con el mítico Ted Neeley
Jesus Christ Superstar

Que Jesucristo Superstar es un super clásico del género de los musicales no es materia de discusión. La apuesta musical de Lloyd Webber y Tim Rice, rockera y hippie, sin complejos, muy al estilo Hair (musical con el que se ha ido compartiendo no sólo estilo sino elenco a lo largo de los años), es ganadora, y esta producción trata de seguir esa estela.
Ahora bien, la versión de Massimo Romero Piparo no se puede considerar tan antológica como su actor principal, Ted Neeley , que a sus 74 años sigue en su papel de Jesucristo Superstar que le hizo famoso en la película de 1973. A su favor, el conjunto de personajes principales -Maria Magdalena, Simón, Caifas…- están bien cincelados y se despliegan en escena con energía y credibilidad. Mención especial a Nick Mai, que en su papel de Judas borda una réplica del Iscariote que vimos en la película, encarnado por Carl Anderson, y deleita al público con su energía y sus agudos. A su favor, también, el repertorio musical elegido, en su implementación más clásica, de nuevo para asemejarse a la película de Norman Jewison, interpretado por una gran banda en directo.
Pero el elemento menos portentoso, en este caso, es el que precisamente supone el mayor atractivo de esta versión: Ted Neeley, el Jesucristo cinematográfico que propone en escena una versión más calmada, mesurada, más de recitar que de cantar o interpretar, y eso resulta en un contraste palpable con el resto del elenco. Eso sí, hay un momento para el que Neeley reserva su sobrada experiencia en interpretar este personaje, y ese es en el tema Gethsemane. Un punto de inflexión, sin duda, en el que el actor se luce en todo su esplendor.
Ahora bien, mítico o no tanto, esta es una oportunidad para que los seguidores de la obra celestial se puedan quitar el mono a base de Hosannas, hippies y latigazos, y acabar saliendo del teatro cantando: ‘Jesuschriiiist… Suuuuperstaaaar’.