Soy de las que entra por la puerta de un teatro y se fija en detalles insignificantes o grandes. Cuando entré por la puerta del Teatro Calderón me esperaban los miembros de la compañía de Teatro La Cubana y el buen rollo que transmitían me lo contagiaron rápidamente.
Entramos al patio de butacas y nos dimos cuenta de que muchos iban disfrazados y yo pensé ¡menuda compañía tan grande! pero no os diré nada para que os quedéis con la duda y vayáis a ver Adiós Arturo.
Empieza este funeral a la vida con un colorido desfile de amigos, amigas y personas de lo más variopintas que conocieron al difunto Arturo y formaron parte de su vida. Un espectáculo tan ágil que el tiempo se os pasará volando, pero de las mil cosas a destacar de esta compañía, la utilización de todo el teatro para el espectáculo, el hacer del Teatro Calderón un personaje con vida propia, es un aspecto maravilloso y único. También tendréis recursos audiovisuales y otros no tan modernos, pero igual de geniales.
Adiós Arturo es una obra tan viva o tan vital y tan llena de personajes y actores que entran y salen de escena, que estaréis pensando todo el rato: ¿Quién viene ahora?
El elenco es fascinante, de esas compañías de teatro completas a nivel de canto, baile, interpretación y mil cosas más, que os dejarán anonadados.
Tengo que destacar a Nuria Benet, actriz a la que he visto en otros papeles a lo largo de estos años y que nunca me deja de sorprender. Es una actriz camaleónica, polifacética y sus caracterizaciones son únicas.
Con Adiós Arturo me he reído hasta la saciedad, y me lo he pasado en grande. Felicidades a La Cubana por un espectáculo tan brillante y tan lleno de momentos únicos, irrepetibles y mágicos entre el público y la compañía.