Un piso revuelto. Risas. Tres compradores dispuestos a todo. Risas. Un vendedor con pocas ganas de vender y con el ánimo por los suelos. Más risas. Gabino Diego en estado puro (Quino) enfrentándose a su crisis vital más profunda después de que su mujer lo haya abandonado. Javier, Fer y Manu (tres hombres de perfiles muy distintos) le acompañan en su amargura y en el regocijo de su decadencia. Y es que no hay mujeres en La curva felicidad… Ni siquiera en la sombra porque en la sombra están ellos, a calzón quitao, mostrando sus inseguridades, su vulnerabilidad, su indecisión, su dependencia… Está claro, no es oro todo lo que reluce y No. Definitivamente el hombre NO es el sexo fuerte.
Hemos pasado un buen rato viendo esta obra que reflexiona sobre la crisis masculina de los 50 tirando de algún que otro tópico y con un texto dirigido a un colectivo sénior que, sin duda, responde a la obra y a sus guiños con risas. Notable la interpretación de Josu Ormaetxe que protagoniza los momentos más divertidos de La curva de la felicidad con una manera de contar divertidísima.