Hace más de medio siglo que los Addams llegaron a la televisión basándose en unas tiras cómicas que se publicaban en un diario neoyorquino. Su éxito fue tal que se convirtieron en un icono de la ficción televisiva, regresando en los años 90 con tres películas que los llevaron nuevamente a la fama cargados de su característico humor negro. A pesar de que ya hace casi una década que se estrenó el musical en Broadway, ahora podemos disfrutar de su adaptación sobre nuestros escenarios a través de una puesta en escena digna de las grandes producciones del género que abundan a la otra banda del océano. Hay que decir, pero, que la adaptación que se ha hecho juega en parte en contra del referente icónico de esta familia tan peculiar, puesto que se ha priorizado el elemento más comercial de los musicales y a la vez se han desdibujado un poco los personajes y su vertiente puramente negra. En este sentido, la historia es más azucarada y el humor negro queda relegado a un espacio mucho más secundario, adquiriendo todo ello un tono bastante alejado del que de entrada nos pensamos encontrar. Seguramente, ha faltado riesgo en la apuesta por la esencia de la ficción original, pero para ser justos, y si nos olvidamos de esto, como creación independiente tenemos una historia que funciona relativamente bien y sobre todo tenemos una buena partitura de Andrew Lippa, de quién pudimos ver y escuchar hace algunos años el excelente The wild party. No obstante, considero que en ocasiones el humor no acaba de encontrar un tono adecuado que esté en consonancia con el conjunto de la propuesta, a pesar de que cuando lo hace la obra acontece divertida.
Una vez dicho esto, podemos afirmar que la producción está llena de elementos positivos, como una escenografía y una iluminación excelentes que recrean con acierto diferentes partes de la mansión, así como una boca de escenario que es una maravilla. Por otro lado, resulta muy acertado la utilización del grupo de “muertos”, los cuales llenan la escena y proporcionan un recurso coreográfico muy efectivo, como también lo resulta toda la puesta en escena. Además, el diseño de vestuario y el maquillaje son también puntos fuertes de la propuesta, así como las grandes interpretaciones de Xavi Mira y Lydia Fairén, la magnifica por sí sola en el musical.