La mujer más fea del mundo es un monólogo tragicómico que cuestiona la idea de belleza, feminidad y éxito que nos ha vendido el capitalismo. Un retrato de una generación que se entregó al consumismo del cuerpo y la imagen, quedándose atrapada en una superficialidad que provoca un vacío difícil de salvar.
Ana Rujas y Bárbara Mestanza parten de esta premisa para presentar un texto lleno de sarcasmo y palabras punzantes. La actriz se entrega en cuerpo y alma a una interpretación de diez, cercana y en interacción constante con el público, logrando dejar a toda la sala con las emociones a flor de piel.
Así, descubrimos a una mujer que ha cedido su cuerpo, haciéndolo de todos menos suyo. Una muñeca rota, un deshecho social que ha basado su identidad en valores que no son más que humo blanco. ¿Qué hacer una vez incorporadas las reglas de este juego? Su impotencia la llevará a comerse una hamburguesa del McDonald’s como mayor acto de rebelión, “comerse al capitalismo para destrozar este cuerpo capitalista”. Y es que, tal y como indican las proyecciones, esta obra no es una respuesta.