Isabel Ordaz es América Alcalá, una profesora de Secundaria que tiene una tutoría con Ortiz (Marcial Álvarez), el padre de una de sus conflictivas alumnas. Los sucesivos des/encuentros entre estos dos antagónicos personajes servirán para sacar a la palestra algunos de los temas que atañen a la educación como son la responsabilidad de los padres en la formación de sus retoños (una responsabilidad que, a la luz de la creciente violencia observada entre los adolescentes, pone de manifiesto el hecho incuestionable de que algo no está haciéndose todo lo bien que debería) o la pérdida de autoridad que viene sufriendo el cuerpo docente en la época actual (y que casi nada tiene que ver con lo mucho o poco que se imponga el maestro). No debe perderse de vista además cómo, en la mayoría de las ocasiones, la falta de educación de los estudiantes no es sino un fiel reflejo de la de sus progenitores, cumpliéndose el dicho «De tal palo, tal astilla».
Con ciertas reminiscencias de la película Educando a Rita (1984) de Lewis Gilbert y tal y como sucedía en la novela cervantina donde el hidalgo terminaba influyendo en el carácter de su escudero (y viceversa), aquí se producirá ese proceso de coeducación mutua entre padre y profesora. Y es que una persona puede saber mucho de una materia, pero la vida nunca deja de sorprendernos (sobre todo en lo que respecta a la gestión emocional/sentimental) y a vivir solo se aprende viviendo, algo que parece habérseles olvidado a los dos protagonistas, volcados cada uno en sus respectivos trabajos.
A pesar del drama que se aborda, el duelo interpretativo sostenido por estos dos grandísimos actores no renuncia en ningún momento al sentido del humor, despertando en el espectador una sonrisa que va desde el principio hasta el final. Una comedia ideal para docentes, estudiantes, padres y cualquier persona interesada en la vida.