El viernes pasado asistí a Lavar, Marcar y Enterrar, el musical, en la Sala Cándido Lara convertida en una peluquería un tanto terrorífica; tengo que confesar que salí con pocas ganas de pasar por una peluquería en un tiempo ilimitado.
Secuestrada en la peluquería-sala ‘Cortacabeza’ junto con el resto de espectadores y parte del elenco de la obra por una pareja de mujeres, Vero y Lola representadas por Eva María Cortés y Sara Navacerrada, intentaba darle sentido a lo que estaba viendo y ocurriendo en ese escenario.
Gaby, interpretada por Inma Cuevas, la dueña de la peluquería en cuestión y almacén de algo más que pelos, tras pasar por una mala situación personal decidió que esas cuatro paredes la iban a ayudar a ‘enterrar’ su pasado. Su ayudante friki, Jacinto Bobo, sin comerlo ni beberlo será fiel testigo de las vueltas que da la vida.
La obra transcurre con un atrezzo muy ochentero y aderezado con muchas risas provocadas la mayoría por Vero, secuestradora y aspirante a ser uno de Los Ángeles de Charlie, y un halo de misterio que dejan tres hombres de aspecto inquietante que aparecen en casi cada uno de los actos de la obra y cuyo significado no se desvela hasta el final de la misma.
La obra original sobre la que está basada y con la que comparte nombre pertenece a la Trilogía capilar sobre el secuestro, compuesta por otras dos obras: No hay mejor defensa que un buen tinte y Rulos, el origen, escritas por Juanma Pina; esta obra ha estado seis temporadas en el Teatro Lara en formato texto con mucho éxito. Ahora la nueva productora ShowPrime ha decidido hacer una versión musical de la misma dirigida por José Masegosa. Quién haya tenido el privilegio de haberla visto en formato texto podrá comprobar si esta actualización musical ha sido o no acertada.
Solo decir que el musical ‘entierra’ un mensaje en sus entrañas que nos intenta hacer llegar a cada uno de los allí presentes; yo tengo mi propia lectura que no te voy a desvelar pero aprovecha y si te gusta el riesgo, necesitas un peculiar corte de pelo, un buen tinte o si las revistas de cotilleos en las peluquerías normales se te quedan cortas, quizás debas pasarte por allí y descubrir los misterios que se esconden entre esas cuatro paredes.