La vida del artista, o se toma con filosofía o mejor te dedicas a otra cosa. Pero no me refiero al artista de alfombra roja, que ese, aunque es el que suele estar más a la vista, realmente pertenece a la especie con los ejemplares mas escasos; me refiero al que se pelea día tras días por lograr una mísera publi donde ni si quiera se le reconoce, el que se come todos los «noes» en los castings, el que se va a casa andando porque la recaudación de taquilla no le da para un taxi, ese (o esa) es el que vive dentro de Llámame, propuesta que actualmente se puede ver en Espacio Gallinero, inaugurando el ciclo Teatro Por Horas (TXH).
Marieta ganó un Goya en los 90, la vida ha pasado y el teléfono a penas si ha sonado. Marina saca fuerzas de donde no las hay para continuar en Madrid y no volver a casa de sus padres con las orejas gachas, ¿cómo pueden poner fin a esta sequía y dedicarse a lo que de verdad desean?: Subiéndose al escenario para contar su situación.
Lo que suena a realidad trágica es una ficción cómica y viceversa, Marieta Orozco y Marina Campos Albiol han creado un espectáculo mirándose las miserias para carcajearse de ellas, plateándose una catarsis sanadora metiéndole un buen chute de humor a la cosa.
Sol Aguirre y Paulo García Conde han dado forma de sitcom a la idea original de las actrices y Antonio Hortelano se ha puesto a los mandos de la dirección escénica, por primera vez, para crear una pieza ágil, que busca un nuevo aire «desnaturalizador» sobre la situación, convirtiéndolo en un ejercicio de máscara neutra. Aunque se agradece la originalidad de la propuesta, a veces se les va un poco de madre y el ritmo endiablado afecta a la dicción de las actrices, dificultando la comprensión de algunos gags – Es cuestión de tiempo, sacarse los nervios y asentar la función – porque, sin duda, Llámame es un canto, de sonrisa amarga, a la esperanza y a la lucha ante la adversidad.