Sólo hay que echar un vistazo a la cartelera para comprobar que el género musical vuelve a vivir un buen momento comercial en el panorama teatral. Como pasa con la comedia, esto implica una gran diversidad temática y cualitativa que incluye formatos espectaculares, producciones modestas y refritos de todo tipo. De entrada, Lo tuyo y lo mío parecía planteada más como un concierto teatralizado con la excusa de recopilar las canciones de amor más populares de todos los tiempos que no como una historia de una pareja concreta. Pero la grandísima habilidad del director escénico Joan Maria Segura Bernadas y el director musical Dídac Flores Rovira consigue, sin que se diga ni una sola palabra a parte de las letras de las canciones, seducir al espectador. Con una facilidad pasmosa, presentan el inicio, el desarrollo y el conflicto de un relato universal pero, al mismo tiempo, concreto, moderno, divertido y -lo más importante- que interesa al público. De este modo, elevan la calidad narrativa de la obra (que podía haber sido inexistente) y, una vez ganado el afecto de la audiencia, se multiplican las carcajadas y los aplausos. Hay que decir también que, en este caso, el gran trabajo de los intérpretes es esencial para lograr el buen resultado del producto del que estamos hablando. Desgraciadamente, este juego irónico e inteligente, no culmina de forma del todo satisfactoria en cuanto al relato propuesto y, por lo tanto, por muy poco, no acaba de ser un ejercicio redondo. Ahora bien, tiene la capacidad de hacer que canciones muy conocidas con letras ya muy trilladas nos expliquen cosas absolutamente nuevas, suenen como nunca lo han hecho y, así, conectar con personas de cualquier generación. Su perfecta combinación entre frivolidad, emoción, parodia, homenaje y espontaneidad ya les vendría bien a muchos musicales de repertorio de los que, recientemente, se han puesto de moda.
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