Rocío Vidal se encarga de producir su propio proyecto. Brava. Y cuenta con lo mejor de cada casa. Quino Falero dirige y Fernando J. López escribe un texto homenajeando a la palabra y a su poder creador y destructor. Fabuloso espacio escénico de Mónica Boromello y espacio sonoro de Mariano Marín. Nada más y nada menos. Aunque el resultado, para mi gusto se quede algo por debajo de las intenciones, siempre es bueno gozar de un espectáculo honesto basado en el poder creador, sanador y complejo de las palabras, las lecturas, la creación, el arte, el amor y la diversidad. Mejor dicho, de lo único y exclusivo del ser humano.
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