El tiempo y la identidad son temas recurrentes en la literatura. Los niños, con calculada inocencia, se erigen en timoneles únicos y seguros de sus naves, inmunes a tormentas imprevistas. Los personajes de esta obra, en sus reducidos universos, se creen refractarios a las heridas de la edad y la vida, aunque en su búsqueda de identidad y lenguaje propios, recorren etapas de desasosiego e incertidumbre. La personalidad se forja ocupando el espacio que los demás también conceden, con silencios y miradas elocuentes, juzgando la presencia entre ellos.
Desde la distancia del espectador, se ve a los personajes como seres minúsculos con sus ansias y carencias, aspiraciones y sueños. Hay un deseo patológico de trascendencia y perpetuidad en estos seres perdidos en su mundo de referencias y límites diminutos. Almudena Ramírez-Pantanella, autora y directora, conoce bien el género humano y su lucha por un individualismo redentor.
Un texto cargado de verdad, incluso de una verdad tan rotunda de la que tal vez ni la propia autora sea consciente pero que la hizo merecedora del Premio Calderón de la Barca en el año 2015. Retrata con precisión absoluta una generación hueca, aburguesada e infantil capaz de tirar su futuro por la cloaca, bien por perseguir sueños absurdos cargados de idealismos o bien por no tener la madurez suficiente para caminar por la vida sin mirar a otro lado. Alfredo Noval interpreta a Miguel, un niño bonito que trabaja en un banco, cuya vida cambiará para siempre como resultado de un encuentro fortuito con una desconocida. El amor, el dinero, la muerte… todo será cuestionado, pero no como un camino hacia la madurez sino que se lanza en picado hacia la nada y hacia la negación de todo lo que hasta ahora le había mantenido con vida. Padres, trabajo , amores, sexo… nada sirve ya en su nueva visión del mundo, nada. Acompañado por un compañero de piso totalmente pragmático, pero absolutamente simple, de un ligue frágil y voluble que se deja contagiar por su filosofía barata, de un padre ausente en su tristeza y de una madre… burguesa, clásica, amargada, sola, que no entiende a su hijo pero que se niega a cortar el cordón umbilical de su insatisfacción…. Continuar leyendo en TRAGYCOM.