Los cuerpos desnudos es una obra desconcertante en el buen sentido de la palabra. Con un texto profundo que no tiene fin, ya que después de verla, sigues pensando en ella, como si fuesen infinitas las preguntas, las respuestas, las posibilidades …
Te enganchas en los primeros diálogos de la obra y no puedes dejar de mirar a los personajes, ni por un segundo. Incluso cuando ellos no forman parte de una escena, pero les ves ahí, inconscientemente les miras constantemente.
Fran Abellán o el Señor D es un personaje que encarna nuestros más oscuros anhelos y deseos, pero al mismo tiempo es una incógnita: la forma que tiene de poner al límite a nuestro cerebro y a los personajes de Naím Thomas, Zoraida Ballesteros es asombroso. El trabajo que hace Fran Abellán con su mirada, la modulación de voz, e incluso con algunos gestos que los hace suyos a lo largo de la obra, es maravilloso.
Zoraida Ballesteros y Naím Thomas forman el tándem perfecto en cuanto a personalidades dispares, formas de afrontar o cuestionarse las cosas, y actoralmente hablando lo hacen perfecto, pero he disfrutado muchísimo los momentos en los que Zoraida y Naím se unen a Fran en escena. Esos instantes han hecho que se me erizaran los pelos de todo mi cuerpo.
Me ha gustado cómo se aborda el tema del tiempo y la importancia que este tiene en nuestra vida y en la de los protagonistas y es que en los tiempos en los que vivimos, se ha vuelto de vital importancia, el medir el tiempo, el pararlo o acelerarlo. Es difícil lanzar todas esas preguntas que la obra nos tira al aire e ignorarlas o intentar responderlas nada más salir por la puerta. En la obra he visto algo de crítica hacia el ser humano, hacia la forma de querer y de soñar. No todo vale en esta vida, pero soñemos mientras podamos.
Estamos acostumbrados a que todo nos lo den mascado y casi nunca nos cuestionamos nada, pero con Los cuerpos desnudos va a cambiar y agradezco que se me haga pensar. La escenografía, el juego de luces y la utilización de todo el escenario para la obra es otro gran punto a su favor.
Por otro lado, aunque el texto es bueno, en algunas escenas se corre demasiado y no queda definida la escena en sí, como si se terminase abruptamente y no me acabasen de cuadrar, y en otros momentos incluso las pausas y los silencios te hielan la sangre.
No sabría definir a Los cuerpos desnudos, pero cuando algo no se puede encajar en ningún sitio es bueno porque es distinto.