Asistir a Los Miserables en el Teatro Apolo es darse cuenta, desde el principio, de que estamos ante el musical del año. La producción atrapa al público con mucha fuerza y recrea un París tenso y agitado que te mete de lleno en la historia. Es un espectáculo que no solo se ve, sino que se vive desde dentro.
Uno de los aspectos más destacados del montaje es la iluminación. No está ahí solo para acompañar, sino que marca el tono de cada escena. Cambia de intensidad, de color y de forma según lo que ocurre, creando momentos más íntimos o más tensos con gran naturalidad. Ese trabajo tan cuidado consigue que el público sienta de forma muy clara el ritmo emocional de la obra.
La escenografía también juega un papel clave. El escenario aprovecha la profundidad, la anchura y, sobre todo, la altura para crear imágenes muy potentes. Ese uso de varios niveles aporta dinamismo y hace que la historia avance casi como si se moviera delante de ti. Además, el uso de gráficos y proyecciones está muy bien integrado y ayuda a resolver escenas difíciles, como la persecución por las cloacas o la escena final de Javert, que resultan especialmente efectivas gracias a esta combinación de elementos.
En cuanto al reparto, el nivel interpretativo es muy sólido. Adrián Salzedo, como Jean Valjean, destaca por combinar fuerza y emoción de una forma muy natural. Pitu Manubens ofrece un Javert firme y contundente, creando un contraste muy interesante entre ambos personajes. Las escenas que comparten están llenas de tensión y tienen un gran peso dramático.
El punto de humor lo ponen los Thénardier, interpretados por Xavi Melero y Malia Conde. Su desparpajo, su ritmo y su manera de llevar el mesón aportan frescura y alivio en los momentos adecuados. Para quienes disfrutamos especialmente de los personajes secundarios, ellos son un auténtico acierto dentro del conjunto.
En resumen, esta versión de Los Miserables es un montaje completo, bien construido y muy emocionante. Respeta el original, pero también lo actualiza con ideas visuales que le dan un aire renovado. Con todo esto, no sorprende que se hable de él como el musical del año, es de esos espectáculos que permanecen contigo mucho después de salir del teatro.
