La Compañía Delinfame nos presenta en Nave 73 a «Los piragüistas«, obra de teatro escrita y dirigida por Jorge Prieto. Esta dramaturgia nos sumerge en un mar profundo en en cuál dos supuestos amigos piragüistas Manuel y Fernando, representados por Iñaki de Eguía y Jaime Cano, se pierden remando durante una competición quedando a la deriva. Ninguno de los dos se encuentra en su mejor momento vital; Manuel intenta asimilar los cambios actuales en su vida y Fernando sufre una ‘enfermedad’ en la cual su cara va desapareciendo. El tema del suicidio sale a relucir y en esas circunstancias prueban a dejarse ‘ir’ deshidratándose.
La obra comienza en una sala oscura y vacía en la cual sus protagonistas comienzan a montar la piragua en la que ambos navegarán hacía una especie de ‘limbo’ en el cual no queda claro si quieren o no quedarse. Con pocos objetos y de manera muy ingeniosa nos transportan al mar y nos mecen con las olas de sus propios movimientos corporales. Destacar el magnífico trabajo que muestran encima del escenario tanto ellos como el resto de actores del elenco que les acompañan: Paúl Moré, Varo Mogrovyan y Jorge Prieto; cada uno de los movimientos que ejecutan -por pequeños que sean-, se encuentran perfectamente elaborados y sincronizados entre ellos por difícil que parezca poder llevarlos a cabo con esa exactitud y acompañados simultáneamente del texto. Las expresiones de sus caras, cada uno de sus gestos e incluso cuando se quedan estáticos en escena, denotan el trabajo duro que hay previo a la representación.
El texto aunque dramático contiene pinceladas de humor rozando lo absurdo, e incita a la reflexión y a llegar a entender como en ciertos momentos de la vida propiciados por circunstancias que nos acompañen, pueden hacernos perder el norte, hacernos sentir tan pequeños e insignificantes que incluso nos hagan perder la propia identidad y no seamos capaces de apreciar ni la vida ni lo que se tiene delante. Y de repente, sin darse uno cuenta encuentras algo que te devuelve a tu sitio, algo que te vuelve a hacer sentir necesario e importante y como buen piragüista, te vuelven las ganas de remar.