Juan Mayorga se encarga de la dramaturgia y la dirección de esta encantadora pieza.
A raíz de una anécdota que él mismo Mayorga cuenta en la que escuchó como una anciana había puesto algún nombre (ficticio) de mas en su buzón para hacer ver a un hipotético caco que no vivía sola, teje toda una historia llena de ternura y comicidad.
La protagonista es una mujer mayor real. Y cuando digo real lo digo a conciencia. María Luisa es alguien muy reconocible para todos nosotros, según la edad que tenga el espectador, podría ser su madre, o su abuela, o una amiga o hasta una ex novia. Es un ser de carne y hueso que se hace rodear de otros tres seres no tan de carne y hueso que la acompañan y cortejan. Pero hay otro hombre de carne y hueso en la vida de María Luisa, que es el conserje de la finca. Un hombre cuidadoso y considerado que no recibe tanta atención por parte de nuestra protagonista.
El espacio escénico no cambia físicamente en toda la obra, pero los actores consiguen con su interpretación (y un inteligente uso de algunos efectos de luz y sonido) transportarnos a otros lugares.
Lola Casamayor que da vida a María Luisa está magistral, es tierna y real y encantadora y, a veces roza la enajenación, la acompaña su vecina y mejor amiga una muy vital Marisol Rolandi. También merecen una mención Paco Ochoa, Juan Vinuesa, Juan Codina y en especial Juan Paños.