Susana Hornos es la autora e intérprete de María Teresa y el león, un monólogo visceral y conmovedor basado en la vida y memorias de la escritora María Teresa León. Dirigida por Carolina Román, Hornos se pone en la piel de este personaje histórico, conocido fundamentalmente por ser la pareja del poeta Rafael Alberti, con el propósito de mostrar su cara menos conocida, sus frustraciones, el dolor del exilio y del Alzheimer.
El escenario en forma de cubo consta de una rampa que formará parte de los recorridos, el viaje y las divagaciones de la protagonista. Podríamos decir que la obra surge del recuerdo de una María Teresa anciana, que aparece semidesnuda y se mueve por el escenario con gran dificultad hacia la parte superior, de la que cuelgan varios goteros. Esta imagen, la música rítmica de un piano, casi siniestra, y los tonos fríos que se reflejan sobre el escenario nos trasladan inevitablemente a un hospital, a los últimos días de la escritora.
La maravillosa escenografía de Alessio Meloni habla por sí misma, transformándose en un diálogo constante entre la vida y la muerte a través de los desplazamientos de la protagonista, que, en varias ocasiones, abre una trampilla y se introduce en ella para terminar, como enterrada, en la parte inferior del escenario; así cerrará el espectáculo, mientras una voz radiofónica anuncia el día de su nacimiento.
Tras la dramática introducción, el relato de la escritora provocará estallidos de amor, entusiasmo y esperanza, corrientes vitales entre los espectadores; se impone la pasión de María Teresa León, desde su encuentro con Alberti y las reuniones con otros intelectuales y artistas de su época hasta su faceta más doméstica y entrañable en su casa de Argentina. No obstante, encontré particularmente entrañables e impactantes los momentos previos al exilio, cargados de ansiedad y desesperación; por ejemplo, su reflexión sobre su amigo Pablo Picasso y el Guernica como medida de la guerra y el sufrimiento o la narración sobre el traslado de los cuadros del Museo del Prado a Valencia, cuando se enfrenta a sus críticos como si fueran parte del público, estableciendo relación entre los conceptos de patria y patrimonio.
Las sombras de una veleta y de la propia actriz sobre la parte trasera del escenario añaden una dimensión espiritual a las memorias de la escritora mientras revive los episodios más alegres de su existencia, entre ellos el del carnaval de su juventud. La intérprete entrará en escena con un vestido blanco, largo, casi como una bata de cola, que parece ser un disfraz. Este vestido se convertirá posteriormente en mar, en calma y tempestad; la veleta guiará el trayecto en barco a Argentina y el orden de sus pensamientos entre sus intentos por huir de la demencia, que le pisa los talones y la empuja a resbalarse hacia la parte inferior del escenario.
María Teresa y el león es el testimonio de la escritora y de la mujer. El león de María Teresa es su apellido de animal feroz, la libertad, la independencia, el feminismo y la lucha; también es la pérdida de la memoria, la vejez, la enfermedad, el exilio. Susana Hornos ha sabido capturar en este espectáculo unipersonal el pensamiento de la escritora y encarnar a este personaje tan rico y poco conocido con sumo respeto y admiración, sin perder un ápice de misterio; asimismo, el espectáculo se convierte en un ejercicio para repensar el papel del arte y la cultura en España y de las mujeres artistas e intelectuales olvidadas, en la línea del proyecto de las Sinsombrero. Un homenaje, una propuesta interesante y muy emotiva, en que mente y cuerpo se hayan íntimamente conectados.