Si hablo de Shakespeare, o si hablo de una obra como Tito Andrónico, no me imaginaría, a priori, una obra sencilla. Numerosos personajes, una trama violenta y compleja… no me imagino que algo así se pueda representar en una sala off, o un espacio tan pequeño como la sala AZarte.
Sin embargo, la propuesta de Max Ilzarbe hace saltar por los aires esta premisa, y nos presenta una propuesta de la obra del autor inglés bastante minimalista pero no por ello menos impactante. Impactante porque juega con el espectador, le lleva por la historia de Tito Andrónico, su familia y sus enemigos de forma dinámica, con tensión (esos uy, uy, uy del público que estaba metido completamente en la historia) y con puntos cómicos cuando son necesarios, pero impactante también porque no es fácil adaptar una historia así, con tantos actores en escena, en una sala tan pequeña, y que además, salga todo tan bien.
Es sin duda una apuesta arriesgada, pero da gusto ver cómo se pueden hacer grandes cosas con los recursos justos. La materia prima de la que se partía es desde luego de la mejor calidad, pero adaptarla a un espacio así con esa maestría denota también la gran capacidad de este director novel.