He estado tentada de estudiarme a fondo el origen del espectáculo de Medea para hacer una recomendación como si fuera experta en este tipo de espectáculos. Y aunque la investigación la he hecho a posteriori porque salí de allí maravillada, os voy a contar lo que sentí yo, siendo una persona que fue a este espectáculo sin tener ni idea de lo que trataba. Críticos expertos sobre la danza española hay muchos. Mi perspectiva es la de una persona que siente la danza española desde antes de tener uso de razón, donde se sienten las cosas bonitas, en las tripas, pero que se pierde en los términos técnicos.
El espectáculo comienza con Macadanza, Sinfonía española y Bolero. Está parte me tuvo atrapada, pero por mí desconocimiento no sabía que el plato principal venía después del descanso. En ese momento llegó Medea, interpretado por una espectacular Helena Martín. La artista es puro fuego, poderío y pasión. Ahí es donde no deje de sentir un torbellino en el estómago, ya os decía, lo bonito se siente en las tripas. No hay palabras y no son necesarias. A partir de su espectacular danza somos capaces de sentir su ira, su dolor y sus celos. Somos capaces de entender su historia. Todo ello acompañado de un elenco que ejecuta a la perfección una pieza que te transporta. Medea es un trabajo colectivo que hace brillar a sus intérpretes. Disfrutar de Medea es como estar enamorada: un revoloteo de mariposas en la tripa constante.