Seamos realistas: a casi nadie le gustan los discursos en las bodas. Son lo más parecido a las insoportables homilías de las bodas de iglesia, el peaje que hay que pagar para llegar hasta los langostinos y el solomillo.
Los discursos siempre resultan intensos, cargados de pausas dramáticas injustificadas, anécdotas privadas de las que casi nadie se entera y muchos chistes malos. Una especie de «sincericidio» público. Y es precisamente así como Rubén Omar ha querido plantear este obra que no deja títere con cabeza. Si te van las sacudidas de guion fuertes, con frases lapidarias que te provoquen carcajadas inapropiadas, este es tu espectáculo.
La protagonista, Paula Martínez, hace un gran trabajo interpretativo, exponiéndose sola a un público que, dispuesto sobre una grada, prácticamente la rodea. Hay que tener mucha confianza en una misma y ser una gran profesional para levantar este texto tan directo y, además, en una esa salita, ¡y tan solita! Mi más sincera enhorabuena.
Te gustará si te va el teatro de pequeño formato; Es una experiencia muy cercana al microteatro, pero desde la comodidad de una butaca. Disfrutarás de un texto que navega en territorios duros, con ciertas dosis de humor negro.