Después de su paso hace unos meses por la desaparecida Pensión de las Pulgas llega de nuevo a la cartelera madrileña y desde la Sala Nada este «Mordrake, canción de cuna» ahora con nueva dirección por parte de Ana Cavilla y con una versión más fiel al inquietante texto original de Ana de Nevado.
Basada en la historia real de Edward Mordrake, tercer hijo de la condesa de Darlington y Lord Mordrake, que nació a finales del siglo XVIII con lo que hoy denominaríamos «enfermedad rara», de nombre disprosopia, que consiste en una malformación congénita en la que las personas que la sufren nacen con dos caras. Edward pasó su vida recluido por voluntad propia en su habitación y puso fin a su vida con 23 años. Tomando como referencia el lógico sufrimiento de este hombre, la dramaturga compone un relato completamente distanciado de la realidad, pero repleto de autenticidad para hablarnos de dolor, soledad, desesperación y posesión. Y para ello recrea a cuatro personajes que puestos en manos de la directora se convierten en cuatro reflejos de un mundo sórdido y cruel.
Es increíble cómo un producto del «off» puede llegar a ser tan potente teniendo en cuenta los escasos medios a los que siempre se ve sometido. Y, sin embargo, con una escenografía recia y seca pero completamente elocuente bañada de transparencias y desasosegantes sombras, unos actores cargados de credibilidad, un vestuario (Agujainquieta) perfectamente integrador y una música original de Aitor Almuedo que envuelve, acaricia y atrapa, nos trasladan inmediatamente a aquella estancia asfixiante donde transcurre la acción. Y permanecemos allí, atrapados por unos personajes que no sabes si han surgido de la desbordante imaginación de Tim Burton o si acaban de emerger de la niebla que rodeaba a «Los Otros» de Amenábar…. Continuar leyendo en Tragycom.