Solo a una insensata como a mi se le ocurriría llamar a su madre para ver el monólogo “Muerto de risa” de Karim. Mi mamá no pasa por la mejor etapa de su vida y pensé que sería una buena idea llevarla a un espectáculo de humor. Como medida de precaución, se me ocurrió preguntar por whatsapp al propio Karim qué le parecía si llevaba a una señora de setentaytantos. “No hay problema, si es de mente abierta”, respondió.
El problema está en que mi santa madre tiene muchas virtudes, pero abierta de mente, lo que se dice abierta de mente, no es. Sin embargo yo, que tengo de apellido “Kamikaze”, me autoconvencí de que no era tan mala idea llevarla. Estaba segura de que entre rezo y rezo (porque ella reza mucho) un monólogo “pata negra” le iba a sentar de maravilla. Y gracias a Dios, no me equivoqué.
Ver a Karim en “Muerto de risa” es sinónimo de pasar una tarde fabulosa, vayas con quien vayas. Este gran artista reparte a diestro y siniestro sin importar lo políticamente correctas que sean sus ocurrencias. Una pizca de mala leche por aquí, cuarto y mitad de crítica política por allá y mucho humor negro, verde y amarillo y de todos los colores posibles.
Mi madre, la novia de la despedida de soltera y sus acompañantes, el miembro de la Benemérita, las sexagenarias de primera fila, varios matrimonios, parejitas de ellas, ellos y elles… Las más de 200 almas presentes en la sala 1 de los Teatros Luchana estábamos todas, sin excepción, muertas de risa.
Y doy gracias a Dios, a la Virgen y a todos los santos por espectáculos tan divertidos como este. ¡Viva el humor! ¡¡Y gracias, Karim!!