Casi han pasado 20 años desde el desastre ecológico del buque Prestige y la compañía Chévere vuelve la vista hacia ese 2002 que tan lejano nos parece ya y lo pone en relación con la pandemia, otra tragedia que esta vez nos queda mucho más cerca. Recogen los testimonios de personas que participaron en las tareas de limpieza y recrean a modo de ficción sonora los primeros días de la catástrofe.
Podría parecer que se trata de un espectáculo anímicamente devastador pero nada más lejos de la realidad. Sí hay momentos muy potentes de fuerte impacto emocional pero contrastan vivamente con ese humor tan típico de Galicia con el que se expresan los personajes. Ese humor que refleja el absurdo de un desastre ecológico que nadie tenía claro cómo gestionar.
Sin duda, lo más impactante de N.E.V.E.R.M.O.R.E. (por no decir N.U.N.C.A.M.Á.I.S.) son sus efectos sonoros. Los actores interpretan en directo todos los sonidos de ambiente necesarios para encuadrar a los diferentes personajes y situaciones. Esta sensación de estar asistiendo a una ficción sonora en vivo sorprende al espectador por la precisión de los sonidos escuchados a la vez que mantiene constantemente la curiosidad por descubrir qué materiales están utilizando. Es también muy destacable el gran trabajo lingüístico sobre la construcción de los personajes de manera que cada uno tiene su voz y su habla característicos y diferenciadores.
N.E.V.E.R.M.O.R.E. es impactante técnica y emocionalmente. Nos ayuda a comprender la tragedia sin sentirnos abrumados por ella. Nos emociona y a la vez nos hace reírnos del absurdo de la catástrofe. Pero, sobre todo, nos pone el pasado en relación con el presente para que el desastre no caiga en el olvido.