¿Alguna vez te has preguntado qué pasó con aquellas princesas que te acompañaron durante tu infancia? Me refiero a las clásicas, las tradicionales… aquellas que fueron salvadas por un príncipe y que acabaron comiendo perdices. ¿Vivieron felices para siempre? La respuesta es NO y una buena representación de aquellas princesas: Bella, Cenicienta, Aurora y Blancanieves han decidido reunirse y manifestarse desde las tablas de un teatro para contarle al mundo la otra cara del cuento. Porque ser una princesa a veces se convierte en un lastre y ellas también tienen derecho a liberarse de los narradores y contar su propia historia. Nosotros, como público, tenemos el privilegio de colarnos en una de sus «reuniones».
En la quedada de princesas no falta de nada: alcohol, marujeo sobre otras princesas, vicios varios, y un buen puñado de verdades que desmitifican a los personajes clásicos convirtiéndolas en mujeres de carne y hueso. Porque en No me toques el cuento no sólo conoceremos la otra cara del cuento sino la otra cara de las princesas con sus virtudes y sus miserias. Y muchas de estas miserias las arrastran por aquel destino marcado y felicidad y príncipes azules impuestos. Así veremos sobre el escenario la rebelión de una Chonicienta, una Blancanieves enganchada a las pastillas (brillantísima por cierto la actuación de Carmen Calle), una Aurora que sufre de narcolepsia y una bella tremendamente deprimida porque se da cuenta de que la belleza tiene fecha de caducidad. Nada que ver con las princesas modernas de Disney que siempre han tenido el destino en sus manos y han podido expresarse libremente. Sin duda estas últimas no darían tanto juego sobre las tablas de un teatro. ¡Bravo por las princesas y adelante con la revolución!