Asistimos a la trastienda de cualquier película de Disney. Cuando se echa el telón o aparece la palabra «FIN» en la pantalla imaginamos una vida idílica y soñada; sin embargo en esta obra descubrimos a los personajes protagonistas hablando de su día a día, con sus neurosis y problemas, desde un punto de vista humorístico.
Se desmitifica el «fueron felices y comieron perdices para siempre» y se transforma en una sucesión de situaciones hilarantes aunque salpicadas por dardos envenenados entre unos personajes que quieren ser más de lo que les han destinado a ser los cuentos.
Las cuatro actrices hacen alarde de un muy buen trabajo interpretativo y de sus dotes vocales: si bien es cierto que se pierden algunos chistes debido a la mala acústica, a la poca vocalización en algún caso y al hecho de hablar muy deprisa en ocasiones. El comienzo se hace lento aunque luego se dinamiza.
Conforme transcurre la obra sentimos la necesidad de saber más de la vida de estas princesas (perdón personajes), y de reírnos con ellas.
A la salida, ya no veremos nunca mas a las «Chicas Disney» de la misma manera.
