Esta obra de David Mamet se estrenó en 1992 y se le notan los años. En esta propuesta de Luis Luque, los elementos de actualización no chirrían y los personajes, adecuadamente dirigidos, se mueven con naturalidad en un escenario (unidad de espacio) necesariamente limitado. La iluminación, el vestuario y el sonido son eficaces y colaboran en este esfuerzo.
Lo que resulta más insalvable son los temas llevados a extremos excesivamente norteamericanos, en el sentido más inocente del término. El argumento «snowball» no resulta creíble desde la experiencia europea y sólo una pretendida inocencia trasatlántica permitiría admitir tanto los vaivenes de personajes como el motivo de escándalo, un tanto artificioso por otra parte. Puede hacerse una lectura política y social, pero sólo tendrá efectividad desde una credibilidad firme; aquí parece un intento forzado de estrangular la fluidez de un conflicto de ámbitos personales y conducirlo a un plano más general de fronteras cósmicas. Continuar leyendo en TRAGYCOM