Si eres una de esas personas que temen a la muerte, como me pasa a mí, igual ésta no es la obra que deberías ver, o quizá sí. Quizá se trate de poner un espejo a los miedos y pararte a observarlos. La premisa de la obra es clara: en 2025 habrá un eclipse total y los autores entienden que es una buena forma de ensayar lo que será el final del mundo.
Y en este ensayo final se ponen a observar la historia de manera macro y micro. Es precisamente eso lo que me aterra, observar la insignificancia de mi existencia cuando alejas la lupa. A mí ego le duele bastante entender lo poco que supongo en los metros de tela que representan la historia de este nuestro planeta. Pero quizá ese es el bonito ejercicio que hacemos al ver esta preciosa obra. La representación nos permite leer la historia alejando la lupa, para luego entenderla acercándola a dos hombres y sus raíces. En el prisma abierto no somos nadie, pero cuando hacemos zoom lo somos todo. Somos los protagonistas de nuestra propia historia. Que más da la insignificancia de nuestra existencia, si lo que recordaremos siempre es quien no estuvo y quien estuvo siempre. Que se acabe el mundo, pero que me pille bailando y con la gente que quiero, que son mis raíces y mis alas.
O por lo menos esa es la conclusión que yo saqué, porque me parece que es una de esas obras que tienen un significado diferente para cada persona que la ve.