Hay quien tras un suceso trágico, un contratiempo, se hunde en la inmundicia. El bajón es seguro pero llega un momento en el que te tienes que parar y plantearte cómo seguir: regodearte en tu mala suerte o sacarle partido. Eso debió pensar Santi Rodríguez después de su infarto. ¿No será mejor echar pa’lante?¿Y si además lo cuento encima de un escenario y ya nos reímos todos? Y cómo lo cuenta… Su experiencia en el hospital, con la batita, las enfermeras, las visitas deseadas, las indeseadas, las comidas. Todas las situaciones que por desgracia todos hemos vivido, ya sea como visitantes o como visitados, se muestran en este monólogo para deleite general. 90 minutos de carcajada continua. Yo me he reído de lo lindo y mi madre, a mi lado, ni se ha acordado del constipado que ponía como excusa para no salir de casa.
Santi Rodríguez no necesita presentación. Érase un hombre a un bigote pegado. Al igual que Antonio Ferrandis siempre fue Chanquete, Santi Rodríguez siempre será El Frutero (con mayúsculas) de 7 Vidas, aunque no quedó ahí y nos ha regalado escenas mararvillosas, incluso musicales, en la televisión.
Y cuando estás ronco y sigues, y cuando se te rompre el micro y sigues, y a la gente le da igual porque lo que quieren es verte como sea, es que eres muy grande.
Al mal tiempo buena cara y que nos quiten lo bailao.
