Caryl Churchill, es la dramaturga de esta pieza. Una pieza que pasa del realismo al surrealismo y del absurdo al expresionismo en cuestión de minutos, rasgos característicos de esta dramaturga, considerada como una de las voces más experimentales de la dramaturgia inglesa.
Es una obra teatral muy particular, llena de contradicciones. Es una obra que experimenta con el lenguaje y con los sentidos.
El texto es complejo, pero del mismo modo extraordinario, con unos diálogos, monólogos y soliloquios extraordinarios. Un texto muy particular en el que se mezclan realismo y surrealismo. A veces la obra es inquietante, pero también poética y sorprendente.
Por un lado, tenemos las conversaciones de cuatro mujeres de unos setenta años aproximadamente, Sally (Vicky Peña), Lena (Muntsa Alcañiz), Jarret (Imma Colomer) y Vino (Lurdes Barba), que hablan de infinidad de temas del siglo XXI (dramas particulares, política, violencia de género, sexualidad, ecología, tecnología, capitalismo, feminismo…), ellas son la voz de la experiencia acumulada por los años; y por otro lado, la descripción de un mundo apocalíptico, un mundo que parece haber llegado a su fin, donde se nos habla de cambio climático, guerras, desorden natural, desastre ecológico, deshumanización, catástrofe, caos, incomprensión,… explicado por un personaje femenino (Imma Colomer) que parece ser la voz que nos quiere hacer reflexionar sobre un futuro catastrófico que depende de nosotros. Son dos mundos que confluyen en un mismo espacio, el individual y el universal.
Los dos relatos están diferenciados por un cambio de iluminación muy marcado. Claridad y oscuridad.
La puesta en escena, diseñada por Pep Duran, es minimalista, con un espacio escénico que huye del realismo. A pesar de que se trata de un espacio al aire libre, es un espacio cerrado. No sabemos en qué época del año nos encontramos, ni tampoco si es por la mañana o por la tarde. Lo que sí sabemos es que estamos en el siglo XXI por la información que extraemos de las conversaciones de las cuatro protagonistas.
El espacio sonoro ha sido diseñado por la pianista y compositora Clara Peya, y está en consonancia con todo el resto del montaje.
Lo más destacable, aparte del texto, es la magnífica Interpretación de las cuatro actrices que dan voz a las cuatro mujeres protagonistas. Cuatro mujeres que a pesar de las trabas que han sufrido a lo largo de su vida, son mujeres vitalistas, enérgicas y luchadoras. Cuatro actrices estupendas, maravillosas con una trayectoria artística consolidada y una química escénica innegable. Aun así, me gustaría destacar a la actriz Imma Colomer, por su excelente interpretación.
Cary Churchill nos propone a través de una distopia la posibilidad de cambiar el rumbo de la humanidad mientras todavía haya tiempo para poder hacerlo, invitándonos a reaccionar, a ser más responsables, a tomar conciencia de la situación, a no quedarnos de brazos cruzados, a luchar y actuar.
Churchill nos hace ver lo importante que es cuida nuestro Planeta y que no nos encontremos nunca con la pesadilla surrealista que describe la señora Jarret.
“El fin del mundo no me preocupa; algún día tenemos que desaparecer. En todo caso, me preocupa la agonía de la raza humana… y prefiero no imaginármela. Opto para seguir luchando por una vida humana más digna y más justa. El fin ya llegará, supongo”. Magda Puyo.