Yo tenía un día un poco tonto, en el que no me había levantado del ordenador por trabajo, y muchos temas en la cabeza. Pero esa tarde, me la había reservado para ir a ver Inestable al Teatro del Barrio, ya que me habían dicho que era de mucha, muchísima risa. Así que fui abierta a la expectativa y a ver si el día mejoraba. ¡Y vaya si mejoró!
Uno no quiere hacer la obra porque no están preparados y el otro tiene miedo de no hacerla. Así que la hacen. Unos objetos (maletas, peluches, un perchero…) y dos actores en escena. No hay nada más, pero todo se llena de miedos, fobias, obsesiones y ansiedades con el filtro del humor. El dúo formado por Sutottos nos acerca varias realidades en torno a aquello que más tememos, desde intimidades del hogar a relaciones sociales y personales, en un tono cómico con el que es imposible no conectar ni reírte de ti misma al reconocerte en esa habitación.
Andrés Caminos y Gadiel Sztryk son increíbles. Descubrirlos esta temporada me hace pensar dónde han estado antes y por qué yo no lo sabía. Su función es una oportunidad única para mirarnos de cerca y de lejos, reírnos de nuestros complejos o abrazarlos aún más. Salir tan contenta como asustada del teatro fue para mí la recompensa.
Lo mejor de su propuesta es que no tiene magia, ni decoración. Es nuestro realismo hecho carne. Es una forma exquisita, tierna y divertida que han encontrado para que el público no tenga que quedarse en casa carcomiéndose con sus pánicos, sino que los celebre, comparta y conquiste en comunidad.
Tengo miedo de que estas pocas palabras no estén a la altura de lo que merece esta compañía. Sentarme en la butaca a disfrutarles me calmó, me hizo reflexionar y sentí que yo misma me daba el permiso de la risa sobre mí a través de ellos. Fue muy emotivo.
Si enumeras tus miedos, ten por seguro que alguno (muchos en mi caso) están en esta obra. Descúbrelos y échate unas carcajadas. Pocas veces tendrás la suerte de tener tantísima conexión con una obra de teatro.