¿Qué puede haber más humano que el dolor o el tiempo? El dolor en todas su formas, incluso en las formas de intentar evitarlo. Y el tiempo inexorable, ese que vuelve cuando menos te lo esperas o cuando más lo necesitas. El tiempo caprichoso que pone al frente del quirófano a tu propia víctima.
Paloma sufrió de pequeña. Mucho. Sintió tanto y tanto dolor que se hizo anestesista. Era su forma de evitar que los demás sufran, su forma de evitarles el dolor. Aunque en el camino esquive el amor. O la posibilidad de amar. Pero si no ama no corre el riesgo de sufrir y volver a sentir de nuevo el dolor del amor fracasado. Su cáscara se llama E.V.A. Ágata es actriz, vive otras vidas quizá porque no soporta la suya. Su dolor es postizo y de esa forma no tiene que ser consciente de que su falta de voz y su miedo a perder a una madre atípica son sus bloqueos. Su voz se llama «mamá» y las dos son dos excusas perfectas. Clara no se soporta. Sabe que ha sido mala, por eso tiene una hernia que la está matando. De mala. Ha sido una mujer mala que al verse sola decide poner en orden su armario y su vida. Entonces se dará cuenta de que por mucho que lo haya intentado, no ha conseguido que nadie la odie. Lola sufre en silencio. O a base de verborrea. Nada mejor para alejar le dolor que no verlo. Hasta que reaparece veinticinco años después y hace que te tambalees y te pilles un pedo histórico. Eso sí, no tiene ovarios para despedir a la jodía Eva.
Cinco actrices en estado de gracia; Carolina Morro, Carmen Pla, Rosa Gámiz, Ágata Roca y una inmensa Marta Pérez, dos actores fabulosos; Albert Ribalta y un grandioso Jordi Rico; el textazo de tres grandes, la diosa Cristina Genebat, Marc Artigau y Julio Manrique (quien también dirige esta joya) nos ofrecen un retrato duro sobre el dolor y el paso aplastante del tiempo que va, vuelve, pasa, cura y remueve. Una joya imperdible, un producto redondo y apasionante que te remueve los centros.
Además, los personajes femeninos son sólidos, grandes, muy bien dibujados y con una profundidad que se agradece. Son mujeres más o menos triunfadoras, da igual, pero todas independientes, grandes, admirables y autosuficientes. Sé que este no es un argumento definitorio, pero si ves la función, como yo, el 8 de marzo, además de emocionarte mucho, te das cuenta de lo fácil que es reordenar le mundo y poner las cosas en su sitio.
Otro exitazo más de Kamikaze, que sigue apostando por propuestas sólidas y por el teatro de CALIDAD, así, con mayúsculas.
Este espectáculo va a estar muy poco en Madrid, de hecho quedan dos funciones. POr eso no me da tiempo de escribir en mi blog. Aún así te invito a que lo visites y leas mis experiencias sobre otras propuestas. Ya sabes, DESDEELPATIO